La rabanera María Bustamante Ruiz, joven ingeniera en Electrónica Industrial, premio ‘Tecnobit’ por su excelente Trabajo Fin de Grado

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30Junio 2021
La rabanera María Bustamante Ruiz, joven ingeniera en Electrónica Industrial, premio ‘Tecnobit’ por su excelente Trabajo Fin de Grado
Calificado con sobresaliente por la UCLM, resuelve de manera práctica la automatización y validación de pruebas para las luminarias de emergencia
Argamasilla de Calatrava sigue dando a luz brillantes estudiantes que, en la antesala a lo que debe ser un prometedor futuro profesional, demuestran como su valía, su esfuerzo y su dedicación son el abono necesario para dar los frutos que así se hayan propuesto, desde sus inicios en alguno de los dos colegios y pasando luego por su instituto.

Tal es el caso de María Bustamante Ruiz, cuyo brillante Trabajo Fin de Grado (TFG), no solo le permitía graduarse hace un par de años en Ingeniería Electrónica Industrial y Automática por la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), logrando además una de las notas más altas que se pueden obtener, el sobresaliente con 9.

Sino que, además, como se ha conocido muy recientemente, tras el cruce del desierto al que condujo el pasado año la pandemia, su concienzudo TFG sobre ‘Automatización y validación de un laboratorio de pruebas’, ha sido merecedor de uno de los Premios ‘Empresa’ promovido por la UCLM y diferentes firmas referentes en estos ámbitos.

En concreto, el otorgado por Tecnobit al mejor Trabajo Fin de Estudios (TFE) en el campo de la Ingeniería Electrónica, Automática y/o Robótica, dotado con diploma acreditativo y una cuantía económica de 500 euros, valorando el jurado en el proyecto originalidad, innovación, metodología aplicada, calidad del proyecto, elaboración, adecuación del presupuesto, así como la aplicación y viabilidad del mismo.

María había empezado su carrera en el campus ciudadrealeño durante el curso 2014-2015, hasta que en el año 2019 se dispuso a elaborar el citado trabajo, aprovechando que ya había hecho unas prácticas extracurriculares en la empresa Electrozemper de Ciudad Real, “que no eran obligatorias, pero las quise hacer para continuar con mi formación”.

Fue esa externalización lo que motivó una doble tutorización durante la elaboración del TFG, la de Francisca Rubio Berenguel, responsable de I+D+i en dicha firma y la de Víctor Ruiz Diez, de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial, quien ya le acompañó en esta andadura hasta el final cuando un 30% del trabajo ya estaba realizado.

Cuando este profesor conoció la idea y los objetivos de María, se mostró gratamente sorprendido del alcance pretendido, tanto que podría dar pie no a uno, sino incluso a dos trabajos. Solamente la extensión final del mismo, unas 175 páginas y que obtuviese una nota tan alta, tanto que “yo nunca he visto que pongan un 10”, así lo demuestran.

Contenidos del trabajo

Se trataba, por tanto, de un TFG muy amplio, con dos partes claramente diferenciadas y “más o menos independientes”. La primera da cabida a contenidos mayormente recopilatorios de protocolos, normativas, pruebas e incluso un compendio para la comprobación manual de condiciones óptimas de luminarias de emergencia.

Bustamante Ruiz explica que los procedimientos de testeo de luminarias deben prolongarse años, con estancia en diferentes salas “de endurancia”, que así se llaman, unas a temperatura ambiente, otras a 30 grados, … “con el fin de cumplir la normativa que se exige y que suelen obedecer normalmente a estándares de calidad”.

La segunda parte presentaba fórmulas de automatización en toma de datos a dichas luminarias en las referidas salas, algo tremendamente útil y práctico si se considera la existencia de “cientos y cientos de luminarias, que tienen que tener un periodo de años, de tres, cuatro, cinco, ochos años, a las que ir a tomarles datos todos los días”.

“Obviamente -añade María- eso no es viable hacerlo de forma manual y sería necesario un operario para dedicarse solamente a esta tarea, algo que tampoco resultaría rentable”. Por eso la propuesta que hace en este TFG que fue realizando sobre el terreno, en la factoría de Electrozemper, donde permaneció medio año para ello.

El trabajo es tan integral que además de apéndices y planos, incluye el montaje de sala de pruebas, la toma de datos, programar la aplicación informática que va adquiriendo y procesando los datos como temperaturas, estado de las baterías y demás, etc. Un amplio abanico de contenidos que le han hecho emplear software muy específico.

Así, SolidWorks lo ha utilizado para diseñar las piezas donde encajar los sensores que se introducirían en las luminarias. También AutoCAD para diseñar el cableado del control de luminarias; Arduino para programar las funciones de los microcontroladores; LabVIEW, lenguaje de programación madre en este ámbito; o Eagle, con que diseñó las ‘PCB’, o circuitos impresos, donde van conectados cables y sensores.

En resumen, en la primera parte se recoge lo que el operario lleva a cabo a mano y el manual de cómo debe hacerlo y por qué, y una segunda parte que refleja la automatización y programación del laboratorio una vez que las luminarias tienen que pasar allí bastante tiempo.

Aunque el trabajo se ciñe a un sector muy concreto, el de las luminarias de emergencia, “al final es algo que se aplica a prácticamente cualquier empresa, porque fabriques el producto que fabriques, al fin y al cabo, una vez que el producto sale de fábrica, se tienen que comprobar unos estándares de calidad y hacer una serie de pruebas que exigen por normativa”, refiere.

De la gran calificación académica al reconocimiento empresarial

Terminado el trabajo, María lo presenta al tribunal calificador de Industriales, integrado por tres miembros y ya, de primeras, “me quedé bastante sorprendida porque a todos ellos pareció que les gustó bastante y lo normal es que aporten alguna objeción o sugerencia de mejora”. Pero no fue así. “les gustó un montón, no pusieron pegas”, dice.

Y a raíz de esta gran acogida académica, con ese sobresaliente de nueve, “que es una nota muy, muy buena”, su tutor le habla de los premios que apadrinan empresas de la provincia de Ciudad Real y enfocados a trabajos en sectores muy específicos de la ingeniería industrial.

Por eso presentaría su candidatura y, cuando en esas estaba, irrumpe la Covid-19. “Todo pasó a segundo plano”. Las clases se cancelaron y la Universidad priorizó en esa tesitura por la atención académica y los exámenes on-line. Por tanto, “Lo dejamos pasar, pero a principios de junio se remite email en el que se apunta que se retoma” y, con ello, la grata noticia con el premio que reconocía para ella el jurado de Tecnobit.

Algo que desde el Ayuntamiento de Argamasilla de Calatrava se quiere poner en valor “como una muestra de que todo sacrificio, aderezado con entusiasmo y fe en uno mismo, da como resultado logros tan destacables como el de esta paisana a la que desde aquí felicitamos públicamente”, señalan desde el equipo de Gobierno.

Ingeniera industrial con la carrera militar en el punto de mira

María, que hoy suma 25 años de edad, tiene en la carrera militar otra de sus más grandes vocaciones y, así, en su condición de graduada universitaria en ingeniería, el pasado año 2020, se estuvo preparando para las pruebas de acceso al cuerpo de Infantería de Marina en la Armada Española.

Algo que logró, siendo además entre todos los aspirantes la que más nota obtuvo en estas pruebas en todo el país. Sin embargo, una inoportuna lesión de espalda que se le originó durante los meses previos le acabaría pasando seria factura y, aconsejada por sus oficiales al cargo en la Escuela Naval Militar de Marín, en Pontevedra, a la que se incorporó en septiembre, hubo de pedir la baja voluntaria.

Y es que, explica, “una vez allí, con la carga físico y mental que supone, la dolencia de espalda dejó a las claras la seriedad de la lesión, que no era simplemente un tirón, como creíamos al principio”, por eso, pensando en lo complicado que podrían ser esta fase de instrucción, hubo de renunciar y volver a Argamasilla de Calatrava a recuperarse.

Pese al “mazazo”, con ese espíritu de lucha y esfuerzo que le caracteriza, estuvo yendo al fisio durante dos meses, todos los días, descartándose finalmente que fuese una hernia “que era lo que más nos preocupaba”, siendo más bien una contractura cuya inflamación “que al no tener reposo fue a más” pero que finalmente se corrigió del todo, como mostraron resonancias y demás pruebas diagnósticas, en diciembre.

A partir de ahí, entró de nuevo en acción y se apuntaba a un gimnasio para, con un entrenador profesional, prepararse de nuevo las pruebas físicas y opositar así de nuevo a las Fuerzas Armadas. Primero lo hará para el de Tierra y luego para el del Aire, pues “mis aspiraciones profesionales siguen siendo el Ejército”, asevera.
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