Apuntes para un himno a Puertollano

Puertollano no es mal puerto
para barcos o veredas.
Pueblo y ciudad anegados
de portentosas leyendas,
defendido por montañas
implacables de belleza.
 
Cerros y llanuras baten
sus palmas sobre la tierra
y se quedan asombrados
de verdades inconcretas.
Puerto y llano, llano y puerto
inermes de indiferencia,
acogedores de todas
las esperanzas ajenas.
 
¡Qué desnudos los talleres!
¡Qué solas las escombreras!
Qué falto has estado siempre
de la más remota entrega.
 
Lienzos y paños antiguos
de lana virgen de oveja
bordaron sobre los reyes
sus maravillosas telas.
Caballeros y mendigos
cruzaron rutas y sendas
con pastores inmortales
en las cañadas mesteñas.
 
Esta villa inmaculada
no tiene quien la defienda,
pero algunos pretendemos
que la realidad se sepa.
Porque su pasado es pleno
y su ternura es la nuestra,
montañas llenas de vida
y sombras de vida eterna.
Arterias de carbón puro
y herrumbre de aguas acedas,
cuarcitas armoricanas,
espadas de bronce y flechas.
 
Estamos estremecidos
al imaginar tus cuestas
y las diez mil galerías
donde a tantos se recuerda.
Orgullosos del petróleo
que late por tus arterias,
y los espejos solares
que resucitan a tientas,
como si la luz del día
tuviera que rendir cuentas.
 
Nos deslumbra tu energía,
nos buscan las osamentas
de tiburones arcaicos
y helechos llenos de selvas.
Nos acecha el porvenir
y la vida nos espera.
Por eso juntamos todos
nuestra voluntad perfecta,
en calles de mercaderes
y páginas de poetas.
 
Puertollano eres mi puerto,
mi compromiso y mi acera.
Los artistas, los letrados,
las mujeres, los atletas,
hacemos de nuevo el Voto
hasta que aguante la Tierra,
con un Corazón de Hierro
y un Alma de Pura Seda.