El altozano y el frí­o

Por mucho que creció marzo,
por mucho septiembre altivo,
el sol insistió en arder,
pero noviembre  no quiso.
Me molestó la llovizna,
me aturdió todo el granizo,
pero el otoño se impuso
como un viento intempestivo.
 
Así se marchó la niebla,
igual se perdió el rocío,
mientras que las madreselvas
se quemaban por el frío.
Aunque quisiera ser viejo
me quedo solo en un niño.
Soy lo que soy y lo siento,
triste consuegro del trigo,
así todas las espigas
sombra me dan y castigo.
 
El invierno de mi frente
tiene colores sombríos;
mis males se hacen eternos
y mi voluntad un siglo.
Soy lo que quieren que sea.
ni tengo paz ni la pido,
pero los remordimientos,
mitad risa y mitad grito,
me están llenando de voces
y también de escalofríos.
 
Por más que arrancase a mayo
y junio quedara escrito.
Por mucho que el almanaque
se deshojase conmigo,
el año de mis dolores
me desnudó a su capricho.
 
Las hojas del calendario
no sienten ningún cariño.
No han querido ser amables,
ni lo serán ni lo han sido
y ya no tengo argumentos
con que juzgar el destino.
 
No tengo quien me acompañe
ni en el llano ni en el risco.
Si mi cantar no te asusta
compartamos el camino.