Una calma intranquila, inestable a merced de porcentajes variables de los que ya no sabemos si fiarnos.
Comenzamos a despertar del terror que ha dejado por el camino a miles de personas y a sus sueños.
Despertamos a un mundo que no conocíamos; esperemos, que con nuevos valores pero sin duda, con nuevos miedos.
El, aprovecha el momento, cobra de nuevo sentido e importancia, estamos aquí de paso y a cada paso la naturaleza nos lo recuerda.
Dependemos los unos de los otros y ahora más que nunca se ve la cadena que nos une.
Una cadena frágil que las fronteras y el poder se empeñan en dividir.
Nuestra alma colectiva lucha por salir y defender lo que es nuestro, la humanidad, global y unida, la humanidad, en este planeta deshumanizado.