He escuchado infinidad de aforismos sobre los beneficios morales que reporta hacer voluntariado: ganar autoestima, sentirse útil, henchir el alma, complacencia moral, etcétera, etcétera, etcétera….
Personalmente, pienso que el solo echo de plantearse ser voluntario, así sin más; sin ningún tipo de beneficio y sin esperar nada a cambio, es un acto de generosidad tal, que te engrandece como persona, acercándote, sin duda, a la verdadera realidad de la expresión tan usada, que no practicada, de sentirte más humano.
Es evidente, que las personas somos más vulnerables al principio y al final de nuestras vidas, pero es durante el envejecimiento, cuando todos precisamos más apoyo, atención y cariño.
Desde mi parcela: la música y danza tradicionales, tengo que indicar que mi experiencia en el voluntariado con mayores, ha sido tan positiva y me aportado tanto, que ha posibilitado replantearme que es lo verdaderamente importante en nuestra vida.
L@s mayores me han entregado el gran tesoro de su experiencia vital y su calor humano. Se ha superado con creces lo mucho o poco, que yo haya podido ofrecerles.
Por tanto, puedo afirmar que mi balance tras colaborar con el colectivo de mayores, es sin duda; “recibir más de lo entregado”.