Cansados de Esperar el Fin

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Puertollano Magazine

Ecoembes

23Diciembre 2020
Cansados de Esperar el Fin
Ana María Molina Fernández, Psicóloga de Cabecera de Puertollano Magazine, es la autora de nuestra Editorial Navideña. Para ponernos las pilas y recuperar la ilusión, la fuerza y la paciencia. La mejor manera de ofrecer ayuda y decir Feliz Navidad.
La Comisión Europea formada para determinar la Estrategia Sobre la Gestión de la Respuesta Frente  la COVID19 de cara al invierno habla ya de la “Fatiga Pandémica”, y los “Problemas de Salud Mental” para tenerlos en cuenta. Según los datos aportados en dicha Estrategia se estima que el 60% de la población europea experimentan actualmente una “Fatiga Pandémica” debida al cansancio de la población para tomar las medidas de precaución necesarias. Esto hace que las restricciones esenciales sean más difíciles de aplicar y mantener.
     
Problemas de estrés, ansiedad, aumento de la sensación de soledad, depresión, aumento del consumo de alcohol y otras drogas, aumento de la violencia doméstica, ideas suicidas, insomnio y otros trastornos del sueño, apatía, preocupación excesiva, ataques de pánico, tristeza, ganas de llorar, son los síntomas más comunes a nivel psicológico.

Y parece ser que nuestro país es, en Europa, el que reúne un mayor porcentaje de estos síntomas psicológicos. O dicho de otro modo: España puede ser el país europeo donde el impacto psicológico por las restricciones es mayor. Quizá porque la idiosincrasia española es, en general, extrovertida, sociable, cercana, fiestera, de abrazos (¡cómo los echamos de menos!), de besarnos, de tocarnos. Nos cuesta mantener esa distancia de seguridad necesaria (a pesar del tiempo transcurrido aún tengo que frenar mi primer impulso de acercarme a dar un par de besos o un abrazo cuando encuentro a un amigo, un familiar, o mantener la distancia necesaria cuando “tomamos algo” con un grupo. Difícil ¿verdad?.

Y claro que estamos fatigados por todas las medidas que desde Marzo de este 2020 han cambiado drásticamente nuestra vida. Cansados de esperar el fin.

r tanto, estimados lectores, si les ocurre algo de lo que he mencionado, es normal. Que no cunda el pánico.
         
Ahora les voy a contar algo. Más bien les voy a recordar algo. Recordar, volver la vista al pasado, debe servir fundamentalmente para aprender, para aplicar en nuestro provecho lo que el pasado nos ha enseñado.
 
Hace prácticamente un siglo, en Febrero del 1918 aparece la llamada Gripe Española (aunque no se originara en España). Una Pandemia que entre 1918-1920 mató entre 50-100 millones (cifras estimadas) de personas en todo el Mundo. No hubo vacuna en aquella pandemia ya que no se desarrolló hasta la década de los 40. Menos de 4 años antes (en Julio de 1914) había empezado la Primera Guerra Mundial que duró hasta Noviembre de 1918, unos meses después de iniciarse la pandemia. Tras 4 años de largos y duros combates, la también llamada Gran Guerra, se saldó con más de 20 millones de muertos (población civil incluida) y más de 20 millones de heridos. Cuando este Guerra termina la pandemia de la Gripe Española ya está arrasando.                                

Apenas 16 años después comienza nuestra Guerra Civil que dura 3 años de combates fratricidas y a los que siguieron los terribles años de la posguerra: los años del hambre, de una pobreza radical en un país devastado. Evito ya mencionar el número de muertos y heridos durante y después porque nos toca muy de cerca a las emociones y no pretendo precisamente sembrar tristeza, aunque pueda no parecerlo hasta ahora ya verán que no es esa mi intención.
Por último, apenas 1 año después de terminar los combates en la Guerra Civil, estalla la Segunda Guerra Mundial, con millones de muertos que nuevamente evito mencionar.
 
Les aseguro que mi intención no es narrar una crónica negra, sino poner nuestra situación actual en perspectiva: ¿Fatiga Pandémica?...
¿Cómo Tendrían Que Sentirse Entonces Los Millones De Personas Que Tuvieron Que Vivir Todas Estas Tremendas Situaciones A Lo Largo De Su Vida?.

He querido volver la vista atrás para aprender de un pasado relativamente reciente, y para hacer caer en la cuenta de que nuestro momento, este que nos ha tocado vivir, no es imposible de superar, ni tan difícil mantener las normas que debemos cumplir. Tenemos energía de sobra para afrontarlo hasta el final.

Superaremos los duelos, las pérdidas, los efectos psicológicos de las restricciones, hasta los económicos, las carencias, las necesidades insatisfechas, y hasta el vértigo de mirarnos a nosotros mismos sin compañía que lo suavice, sin ruidos externos que nos distraigan. Y ahí, en ese obligado ejercicio de introspección, descubriremos la base de roca que nos mantiene erguidos, o la necesidad de crearla.

Y no digo que sea fácil (aunque visto en perspectiva no se nos pide tanto). Pero ¿realmente es tan difícil mantener las normas para evitar más contagios y muertes?, ¿Tan difícil es renunciar por un tiempo a hacer fiestas, celebraciones con amigos, con familiares no allegados?, ¿Tan débiles nos ha hecho esta sociedad del confort que no somos capaces de renunciar a cosas de las que podemos prescindir? Porque podemos prescindir de muchas cosas, materiales e inmateriales, y continuar viviendo sin traumas ni depresiones. ¿Tenía que ocurrir algo así para darnos cuenta de cómo nos hemos debilitado y acomodado?  Esto los privilegiados, que somos la mayoría, porque cuando en los Informativos veo “las colas del hambre” el corazón se me encoje recordando la mirada vidriosa de mis abuelos, hasta de mis padres, cuando evocaban“los años de hambre”, los años de la posguerra, las cartillas de racionamiento…

Celebremos la vida cada día, celebremos con alegría la Navidad en familia, sin familia, sin amigos o solos. Celebremos todo lo celebrable, cada soplo de aire aunque sea con mascarilla, guardando las distancias, celebremos el techo que nos cobija y los alimentos en nuestra mesa, celebremos los que podemos seguir haciendo y recibiendo regalos, celebremos las luces navideñas que colorean nuestra mirada, celebremos que estamos aquí y que podemos seguir luchando y disfrutando, que a fin de cuentas de eso se trata la vida.
 
Ana María Molina Fernández
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