Carmina

síguenos en redes:
Puertollano Magazine

Ecoembes

17Julio 2019
Carmina
Apunte el lector o la lectora que Carmina debe pronunciarse //Kármina// un pictograma, en la prehistoria, que se basaba en el mar y la tierra, en su confluencia y su magia. Todas las cosas que se contaban antes de que la ciencia pudiese aventurar una disculpa, eran conceptos llenos de misterio y connotaciones abrasivas. Este vocablo perfecto y que tiene su porvenir en medio de nuestro tiempo, procede del etrusco, del griego y, posiblemente, del protoeuropeo. “Kar” significa carro, barco o nave silenciosa que se obstina en alcanzar metas insospechadas. “Karama”, “Karma” y “Karmi” son raíces profundas en la lengua de los adalides del continente que pudieron erigirse en una síntesis clara de lo que significaba “viaje”. Después de que un eclipse marcara la inocencia, de que una sombra ingrata ocultase la Luna, de que una superficie de tierra o de océano se quedaran en nuestro ancestral pensamiento, sigue siendo mágico pensar que Venus Afrodita, Ishtar o Selene se comprometieran en el futuro de los pueblos para protegerles del infinito o dejarles sumidos en la inesperada soledad.
Tan sólo los poetas y seres similares, ahítos de experiencia que no fuese sustancia, se hicieron poseedores de la verdad del tiempo, del pasado que intuían al cabo de su ignorancia, y el porvenir que hallaron en la impensable sucesión de los astros. La Luna y sus designios, por más que propios de la intrínseca Naturaleza, fueron acontecimientos, más o menos esperados, descritos o presentidos, que marcaron, igual que la menstruación de las Madres de Siempre, los hilos que conectan, en los tiempos presentes, pasados y futuros, la vida de los seres humanos con su propio proyecto de lo que había de acontecer.

Todo empezó, los dioses lo comentan, con un atardecer en que todo se supo. No contaban los miedos, ni cosas conocidas, porque los sacerdotes, brujos o corifantes, estaban anunciando sucesos que habrían de acontecer. Fue allí, posiblemente en Atapuerca, o en las Cuarcitas Armoricanas de un Puertollano que se grababa en piedra en lo alto de Santa Ana y sus posibles nombres, en las cuevas del sur en las que los neandertales se quedaban sin fuerzas para sobrevivir a la nueva naturaleza humana, cuando los que mandaban aquellas hordas asustadas, insensibles y oscuras, se dieron cuenta de aquello que pasaba.

Pero lo bonito, hermoso o inmarcesible es que esta maravillosa palabra significa muchas cosas. “Carmen” es, lo primero, Poesía. Porque es también “Canción”, “Canto”, “Romance”, “Oración” o “Verso”. Ahí tenemos los “Carmina Burana”, los cantos de la Abadía de Beurón, a los que Karl Orff convirtió en lecciones de leyendas medievales, cuando únicamente habían sido versos para fulanas de la Europa irredenta de los siglos pasados o de los chicos y chicas que accedían a los conventos para ser amadas y amados de los superiores de cualquier monasterio.

“Carmen” también es sitio, boscoso o redundante, entre las pertenencias rurales de los amos. Son paisajes y bosques, igual que quinterías, en la Mancha Profunda de Toledo y sus lares. “Carmen”, como la Diosa Venus Afrodita a la que ha subyugado, es también una santa madre del mar y sus acólitos, pescadores, marinos, hombres que escapan al embate sangriento de las olas. Es cardumen de peces, banco de pescado que pueda socorrer el hambre y viento de costado para la salvación.

Nuestra Virgen del Carmen, cuando se tienen que cortar calas o lirios de agua y segar campos y prados en los verdes lugares de los celtas, sigue siendo la divinidad del mar, surgida de la espuma o de las siniestras profundidades de los lagos. Sigue siendo la vida que se precipitará en una Pandorga inesperada de cereales o frutos, sigue siendo la esencia de lo que es el verano, calor y bienestar después de tanto sufrimiento, anuncio de cuerpos hermosos que se sienten libres después de los fríos que los han precedido.

De repente, los ogros, trolls, gigantes e hijos de los Dioses, se quedaban encerrados en grutas a las que no encontraban explicación posible. Dejaron que los nuevos vecinos africanos las pintaran con su imaginación en ciernes. Sus frentes sin aristas y sus mentones hueros tuvieron que dejar el hueco que querían aquellos visitantes, delgados y asombrosos, que inventaban la música, la pintura y el arte en medio de un espacio desaforado, helado, lleno siempre de nieve y versos que nadie pudo comprender.

En los acantilados llenos de conchas viejas, llenos de meteoritos y de cráteres que alguna vez inundaron el aire de volcanes, Puertollano creció y cambió dueños viejos por unos seres que ansiaban la estructura de la mente y del alma. Los antiguos humanos, desprovistos de ritmo, se dejaron vencer por los pequeños cuerpos, tal vez un tercio exacto de la presencia antigua, conjugando el amor, el sexo y la aventura, con personas que a lo mejor no eran tales personas, que se parecían lejanamente a los fornidos hombres y las gordas mujeres que aguardaban mejores tiempos, lluvias o primaveras, en grutas asombrosas para los nuevos primos.

Y así, tras los precipicios rosas, hechos de prismas de un cuarzo singular, hubo quien se inventó un plano en las montañas, y una sombra imprecisa entre algunos crepúsculos. El agua, llena de gases y sabores a hierro, hizo aquello que pudo para contar leyendas. Y el viento entre los montes, pinturas y grabados, se aseguró de que el tiempo contase otras historias.
Ver a la Macarena, a la Esperanza de Triana, a la Virgen de Gracia que algunas veces ha portado el ancla de la Diosa, o la María del Carmen, que sacan pescadores y marinos a contender con las olas del piélago feliz en el que no nos deberíamos arriesgar a nadar, nos tiene que hacer fuertes en una luz de luna que, aunque la eclipse la sombra de la Tierra, sigue siendo lo suficientemente fuerte como para asustarnos de cara a lo que tendrá, queramos o no, que ocurrir después de esto.
Imagen: Artículos religiosos Brabander
Comparte esta publicación


 
Política de Cookies
Utilizamos cookies propias para el correcto funcionamiento del sitio web, y de terceros para realizar el análisis de la navegación de los usuarios. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso. Puedes cambiar la configuración u obtener más información aquí. Aceptar