Cortar las calas

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Ecoembes

15Julio 2019
Cortar las calas
La Virgen del Carmen es una fiesta que raya en lo pagano y se concentra en el porvenir. Mediados de julio, con el calor reinando en lo cotidiano y la sequía amenazando las plantas de interior, es lógico que se pueda pensar en extirpar las enormes hojas que chupan la intemperie y la crepuscular idea de que hay que extirpar lo superfluo. Así las cosas, tengo grabadas en las meninges las órdenes de la tita Lola para erradicar los famosos lirios de agua, llamados “calas” en la nomenclatura del “manchego profundo” y despertar las ansias de ciertas jardineras y sus novios para aventurarse en la siega de plantas que deberían ser acuáticas en medio de la sequía estacional que sepulta esta tierra en calimas inolvidables. Además, en la noche del 16 de julio, con el “Monte Carmelo en carne viva” tengo que recordar las sentencias de la tita en un jardín
Y así tengo a Yumi, que siempre es agradable, definitiva y amplia; que sepulta su voluntad de hierro en la inconsistencia de Jesús, adorable e imperfecto, lejano a cualquier sombra del menor indicio de seguridad. Los caminos del Señor son inescrutables, imprevistos y breves, como los renglones de un cuaderno escrito por borrachos. Pero no me abandonan las señales de un curso en el que estoy matriculado desde los cinco años.

El 16 de julio es la Virgen del Carmen. Una fiesta que está inscrita en los miles de años que preceden a nuestra propia historia. Además, este verano atroz de 2019, hay un eclipse inscrito en esta misma noche. La sombra de la Tierra, indivisa de la del sol que nos da la vida, se proyectará, al menos en la mitad del cielo, sobre el satélite artificial que nos ha dado la vida y sigue gobernando las mareas.

Estamos esperando contemplar, como lo hemos hecho desde hace milenios, una luna cambiante en el inexorable plenilunio. Los mayas, los aztecas, los mismos griegos y romanos, eran capaces de admirarse ante el espectáculo pocas veces previsto, de una Luna propicia al mismo cambio de sexo, al propio subvertirse de la constante cósmica, a la misma razón de todos nuestros cambios hacia la Libertad.

La luna de la noche del 16 de julio se somete a las formas de un devenir astronómico tremendo, que proyecta la realidad del mundo sobre la superficie del mayor satélite que han creado los millones de milenios sobre la constante del Sistema Solar.

Un eclipse de luna y el corte de las calas (o de los lirios de agua en Catalunya) nos sigue mostrando el inmortal camino de lo que no tienemás cuestión en el planeta que las sombras que proyectan los astros en el cielo nocturno de un verano cualquiera.
Imagen: Mercado Libre
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