El Quinto Puertollano Winter Festival comenzó con migas y cocido y se ha consolidado en una rentabilidad del disfrute y la ilusión después de la cárcel de los coronavirus. Jesús Caballero ha vuelto a demostrar que tiene capacidad de trabajo suficiente para reinventar esta iniciativa que cada vez quiere ser más grande.
Increíbles las ganas de disfrutar que demostraron los puertollaneros, las puertollaneras y quienes vinieron de fuera a pasar el día en medio de la música y el baile. Que se lo digan a los hosteleros, que vieron llenarse locales y terrazas para dar de comer y de beber a propios y foráneos. Una inyección para muchos profesionales.
La música es la mayor de las joyas del sentimiento humano. Lo han dicho los grandes compositores y cualquier instrumentista callejero. Lo dice el sabio y el lego, y lo corroboran los espíritus atormentados de cualquier tarde minera. Los grandes colaboradores bartenders y empresarios han colaborado tanto, que disfrutaron hasta más no poder con el ambientazo del V Winter Festival de Puertollano.
La Central es una insigne recuperación de la arqueología industrial. La Central es un hálito de ensueño y porvenir, frente por frente con el Terry. Estamos bien resguardados del chantaje del odio, se ha rematado el Quinto Concierto que parece un oasis, en medio del escombro minero y sus misterios. Volvieron a hacer verdad las ilusiones ciertas que vienen ya cargadas de futuro.
Necesitamos más alegría después de estos dos años, siempre desde una Central que fue el centro primero de la electricidad que, en bajos y guitarras, se dio cita en una ciudad que tiene el Corazón de Hierro.
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