Periodistas e informadores más necesarios que nunca

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Puertollano Magazine

Ecoembes

17Mayo 2023
Periodistas e informadores más necesarios que nunca
Aunque ya no hay apenas columnas ni quienes retraten sus separaciones, en esta campaña electoral quiero recordar a los candidatos que existen unos profesionales que luchan entre redes sociales y falta de cariño. A veces, nos quedamos enredados en nuestras propias terapias grupales, otras, en cambio, tratamos de superarnos a nosotras y nosotros mismos. Y el paro es abrumador. Acuérdense leyendo estas disquisiciones cariñosas pero enérgicas.
Prensa, lo que se dice “prensa”, no hay, en la provincia de Ciudad Real, más que las planchas del diario “La Tribuna” y el semanario “Lanza”, de la institución provincial, o sea, de la Diputación. Prensa siguen siendo las pocas imprentas de esta tierra castigada por los elementos y varias editoriales que insisten en poner en papel lo que los demás destierran de la “red de redes”.

Prensa es, en nuestra comarca, “C y G”, “Ediciones Puertollano” e “Intuición”. Prensa son las planchas que hacen tiradas de impresión, pero no las que se valen de los instrumentos de la virtualidad. Lo demás puede ser información, infundio o intoxicación, pero nada más.

Entre tantas personas con las que hemos compartido la ilusión y la desdicha de dedicarnos a escribir, locutar, redactar o grabar en sonido o imagen la sucesión de
acontecimientos de cada día, fuimos felices por poder reencontrarnos o simplemente recordar ancianas vivencias de quienes podemos haber perdido la ilusión por poner nuestra vida en juego ante fuegos o disparos de cualquier procedencia.

Tenemos que escribir palabras con las que revivir la memoria de los muertos por intentar informar, por salir de la nada de los poderosos o los traficantes, por anunciar la buena nueva de la libertad de expresión… Profesionales así solo se hallan en la medicina o en la artesanía. Y entre todos los devotos provinciales, Puertollano suena con la rotundidad plena de quienes saben lo que es penar entre los arenales de las dificultades propias.

Porque todas y todos sabemos que en verano cualquier gallina que ponga un huevo de dos yemas en el Valle de Alcudia puede ser la noticia con que se abra un telediario. Porque de sobra es nítido que luchar contras las redes sociales y sus chismorreos puede ser perjudicial para la salud personal o periodística. Porque estamos hartas y hartos de que alguien nos diga qué tenemos derecho a publicar en nuestras propias noticias o a hacer campañas publicitarias de amigos y deudores.

Los periódicos, físicos o digitales, las radios de onda media, frecuencia modulada o digitales, las televisiones TDT o virtuales; tienen que seguir existiendo. La profesionalidad y la experiencia en la información y la opinión son un patrimonio que ninguna sociedad se puede permitir perder.

¿Hay alguien que predique que se puede operar su propia apendicitis? ¿Queremos manufacturar nuestras bombas atómicas? ¿Tienen autoridad para impedir que construyamos nuestras armas biológicas personales? ¿Puede un trabajador dejar que cualquiera haga su masa y ponga sus ladrillos, o diseñe una arquitectura como le salga de sus santas narices? Es a lo que suena eso de “graba tu pleno” o “publica lo que te apetezca por las mancilladas redes sociales.

Si cualquiera dice que sí, es hora de rajarnos las venas. Sabemos que no es posible la libertad de dictar las propias leyes o sentenciar a un sospechoso y menos conseguir que nuestras apetencias sean aprobadas aunque signifiquen que podemos hacer lo que deseemos.

Es necesario dejar que los profesionales nos informen, acudir a las fuentes de los que saben contar lo que investigan, de los que hacen periodismo, información, consulta, divulgación o crítica. El derecho de la autodeterminación del ser humano no puede ser la moneda de cambio de caprichos o fuerzas que no están al alcance de todos.

Puertollano, sus informadores, los artífices de una historia de conocimiento interminable, aunque es cierto que hemos dejado las planchas tipográficas, las encuadernaciones, las tramas y el diseño de páginas y pistas. Es cierto que los revox y las cintas abiertas o cerradas han dejado paso a canales informáticos de rapidez vertiginosa, es cierto que los chicos y las chicas que nos van a relevar de inmediato no sabían lo que es un corondel. Ese era el nombre, insisto, de la mesa en la que nos sentábamos los mineros en ese entrañable instinto culipardo.

El progreso e Internet nos han traído paro y oportunidades. Esto es Puertollano Magazine, revista online que teme y aprovecha las corrientes favorables de un negocio imprevisible. ¿Qué vamos a decir nosotros? Y mi hermano Mario Sánchez Peco junto con un servidor, protagonistas de este escaparate donde estamos haciendo el contraperiodismo (sólo ponemos proyectos y buenas noticias, que nunca son noticias, según el arquetipo legendario) de Puertollano Magazine.

Con estas tonterías queremos retratar la relación interminable que tiene que ser el fundamento de un porvenir muy difícil pero lleno de retos, trabas e ilusión. Porque queremos escribir, redactar, hablar, pregonar y montar noticias y argumentos que sirvan para construir el futuro.

El Corondel no tiene quien le escriba. Así titulé los últimos premios provinciales de la prensa. Con el que rindo pleitesía y homenaje a García Márquez. El corondel o la corondel, es la regleta o tipo alargado y sin entintar, que sirve para separar las columnas en un periódico o revista. A veces está insertado como una línea que sí se imprime para remarcar un apartado gráfico que hay que resaltar por la relevancia del autor o el contenido.

Corondel, en la radio, se llamaba, en los tiempos heroicos de Radio Popular, el silencio entre dos espacios radiofónicos, en los que podía, o no, haber un jingle o promo de la propia emisora o una inserción de solidaridad. En las ondas posmodernas del transistor y la pantalla siguen siendo cortinillas o algo similar.

Lo dicho. Larga vida a la información, a la cultura y a la libertad, aunque la prensa sea una simple palabra con la que definir lo que no sabemos cómo. Para que no
tengamos que terminar como la novela ejemplar de Gabo, teniendo que comer mierda.

Benjamín Hernández Caballero. Aprendiz de escribidor y contador de sucedidos. 
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