Velas, antorchas, flores y hasta regaliz fresco, forman parte del paisaje en torno al cementerio municipal de Puertollano, que se prepara para que el Primero de Noviembre se conmemore la Festividad de Todos los Santos, y el día 2, la de los Fieles Difuntos.
Miles de personas vuelven durante este puente a la ciudad de la energía y aprovechan para seguir los pasos que marca la tradición. Además de limpiar y reparar las sepulturas, los adornos y los ritos funerarios forman parte de una costumbre que se pierde en el templo.
Algunas familias llevan más de medio siglo dedicándose a trabajar con velas, mariposas, lamparillas y, más modernamente, lámparas de parafina.
La crisis también se nota en el mundo de las flores. Hay para elegir de todas clases. Según los gustos de cada familia, se pueden escoger naturales o artificiales. Muchos eligen la flor natural para estos días, cambiándola después por la flor de plástico o de tela.
Y una tradición que se remonta siglos es vender el regaliz fresco, también llamado paloduz o Alcazul en otras partes de la provincia.
Claro que, después, son los propios deudos los que hacen el zafarrancho de limpieza para dejar nichos, sepulturas y panteones, como los chorros del oro.
Dulces
Como las penas con pan son menos, con dulces son todavía más llevaderas. Artesanos y exquisitos, huesos de santos, buñuelos de viento, empiñonados, panellets, pestiños, bartulillos y coronas benditas llenan los estantes de confiterías y pastelerías de toda la provincia.
En la Chocolat de Puertollano, la tradición de hacer estos dulces con sus rellenos se remonta a muchos años atrás. Cada temporada tiene su repostería propia.
La variedad es asombrosa y, por unos días, ¿quién no se salta un poquito la dieta? Hay variedades para todos los gustos
Esther y Omí se han preocupado, además, de ajustar los precios para que sus clientes no noten tanto la inflación terrible de guerras y pandemias. A disfrutar.