Rosas, Dragones y Libros

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23Abril 2021
Rosas, Dragones y Libros
Cada 23 de abril celebramos el Día del Libro como homenaje a Miguel de Cervantes. Tal día como éste, en 1616, fallecía el Ingenioso alcalaíno después de habernos dejado en herencia no sólo El Quijote, sino una multitud de novelas ejemplares y otros escritos cuya relectura sigue siendo sorprendente y tan fresca como recién publicada. En esta misma fecha murió William Shakespeare. En cualquier caso es una buena época para comprar libros y, sobre todo, leerlos. Las librerías de Puertollano hacen descuentos y en Ediciones Puertollano, a partir de unos gastos humildes, te regalan un vaso para beber agua agria o agua de fuego. Por si nos entra sed por vivir aventuras literarias extenuantes o recitar poemas maravillosos.
La prosa, la poesía, el ensayo, la historiografía y el teatro deben ser los protagonistas de esta entrañable fecha que a libreros y editores les hacen respirar en la incierta profesión que han elegido y que tan pocos ricos hace salvo en contadas (y multimillonarias) excepciones de Premios con nombre propio y aristocrático. Normalmente, cuando alguien se quiere dedicar al noble arte de la redacción, la creación y la impresión de palabras hermosas o simplemente interesantes, la pobreza será el signo de los tiempos.
 
Los libros dejaron de ser caros gracias a Gutenberg, pero siempre hemos tomado su precio como excusa para no comprarlos. Desde que las bibliotecas públicas están al alcance de cualquier humano que sepa leer y escribir, ya no hay pretexto válido para no abrir un volumen y empaparse de lo que su autora o autor quisieron regalarnos. Esto no quita para que tuvieran la intachable aspiración de comer y vestirse a cambio de unas pocas perras. Por si esto fuera poco, la posibilidad de disculparse se esfuma cuando pensamos en los nuevos medios audiovisuales y las redes sociales que nos ayudan a compartir y conocer las letras online o descargándoselas de un servidor, muchas veces gratuito si hablamos de los clásicos.
 
El 23 de abril, entre otros santos, se conmemora a Jorge de Capadocia, un mártir del siglo III que es patrón de agricultores, arqueros, montañeros, soldados, herreros, scouts, y artistas de circo, entre otros profesionales de miscelánea gremial. También es a quien se encomiendan Inglaterra, varios países nórdicos, Cataluña, Baleares, Castilla y Cáceres, por poner unos cuantos ejemplos de la devoción que le profesan en muchísimos territorios cristianos del mundo.
 
San Jorge, que derrotó al dragón como Perseo y otros héroes mitológicos, resulta que no se sabe si existió. El papa Pablo VI lo quitó del santoral por falta de pruebas, aunque permitió su veneración (o dulía) por causa de la tradición. Quizá por esto es más entrañable el cariño que se le tiene, como a Papá Noel o al Olentzero.
                                    
La Renaixença le inventó una rogativa para celebrar la Diada de Cataluña con la que disfrazar, con un intercambio de presentes, sus pretensiones románticas de autoafirmación. El presunto soldado anatolio, o sea, turco, pasó con ello a ostentar el patronazgo de vendedores de libros y floristas. Es por ello que las mujeres compraban a sus parejas libros, siendo correspondidas con rosas.
 
Afortunadamente esta costumbre tan poco igualitaria cambió para que en nuestros tiempos, la flor y el volumen vayan juntos independientemente del sexo de quien regala y quien recibe el presente. La costumbre barcelonesa se imitó en toda España y lo hemos celebrado todos. El caso es abrir un capítulo y disfrutar.
 
Ahora, esperando el fin del estado de alarma, confiando en la vacuna bendita que nos pongan cuanto antes, disfrutemos unidos por la capacidad para leer un verso o cualquier texto sagrado en una infinidad de formatos accesibles. Los molinos se han convertido en gigantes microscópicos y Hamlet no es capaz de encontrar la calavera de Yorik de las muchas que se han juntado con el terrorífico coronavirus. Aun así, Don Juan y el Comendador se burlan de sí mismos a solas en cualquier cementerio.
 
Este encierro puede ser gozoso para la mente, el espíritu o el alma, si lo sabemos aprovechar. Porque en los libros se puede hallar hasta el remedio a lo que tendremos que luchar para volver a ganarnos la vida como hicieran Lázaro de Tormes, el Buscón o La Celestina.
 
Porque en las páginas y los tomos de la historia de la Literatura están los modos para ganar cualquier batalla. Los Cien Años de Soledad nos parecen pocos y Pedro nos aguarda en el Páramo de Yerma mientras el marqués de Sade nos deja hojearle en privado por si “hay que aliviar la tensión”.
 
Encontraremos, sin buscar demasiado, desde el Caballo Hueco que conquistó la inexpugnable Troya, hasta los Androides que sueñan con Ovejas Eléctricas para inventar si es posible una nueva Humanidad.

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