El Amor por el Frío Sabroso

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Puertollano Magazine
18Abril 2023
El Amor por el Frío Sabroso
Desde hace muchos años, Puertollano se ha refrescado con los sabores paisanos de una familia que empezó con las heladeras de sal y amoniaco a las que se daba vuelta la cubeta interior para que no se formaran cristales de hielo y la crema resultase deliciosa. Claro que también estaba el hielo rascado con los jarabes de azúcar exquisitos que alegraban el verano de los pobres. Los Romero no han dejado de crecer y ahora son referencias mundiales del Helado en su máxima expresión y creación.
Aunque todos piensan que el helado tiene origen italiano, no es exactamente así. De hecho fueron inmigrantes de la península itálica los que mejoraron, a partir de las máquinas y fábricas de hielo, de las que fueron pioneros en los Estados Unidos, la perfección de la crema helada (ice cream) y de ahí lo heredaron sus ancestros de la bota de Europa y le la Piel de Toro. 

Empezaron por el Levante. En Valencia y Alicante, tradicionales artesanos del hielo picado en la limonada, la naranjada o la exquisita horchata, había muchos vínculos con Nápoles y las Dos Sicilias, igual que en Cataluña. Ahí también aprendieron enseguida a hacer el cremoso refrigerio, principalmente el de mantecado. El tiempo multiplicó la oferta de sabores y en Puertollano vinieron vendedores ambulantes de aquellas tierras mediterráneas.

Pero en Puertollano, y ya en toda la comarca, hubo un gran emprendedor  un muchacho avispado que, junto a su padre, aprendió a manejar aquel batidor con su bol de cobre en una cuba de madera donde las sales amoniacales y el cloruro sódico eliminaban el calor rápidamente de forma que se enfriaba mucho la mezcla. También vendía sorbetes y polos de hielo con sabores a fresa, limón o zarzaparrilla. 

Como eran baratos, Adolfo Romero padre tuvo que trabajar mucho para perfeccionar su artesanía y sacar adelante, junto a su esposa María, a tres hijos estupendos: Ángel Luis, Óscar y Adolfo, Verdaderos seguidores de una dinastía ya escrita en palabras de oro en la historia de la Gastronomía Internacional.

Porque después de aquellos tiempos heróicos, como Aureliano Buendía salvándose y recordando tardes remotas, yo también me como la magdalena helada de Proust y pongo la memoria en marcha para recorrer los muchos sabores. Mi favorito ha sido siempre el mantecado, con su vainilla exquisita que en el caso de los Romero es el fruto de la orquídea natural. Después descubrí la nata, el turrón suprema y los innumerables descubrimientos de Adolfo y sus hermanos. Ni que decir tiene que las horchatas, las leches merengadas, el limón granizado y el café son maravillosos desde siempre. Hechos con productos naturales cien por cien.

Y cuando parecía que todo estaba inventado surgieron las milhojas, los donuts, las nocillas, nutellas, torrijas, conguitos y lacasitos, entre mil y un descubrimientos más. Una auténtica alquimia en la que cualquier gusto se ponía a nuestro alcance. Nos estábamos quedando boquiabiertos. Claro que también tenemos que citar a las mujeres que han acompañado a estos muchachos a la hora de multiplicar el talento paterno hasta el infinito. Isi, Mari Carmen y Lorena se han hecho soportes vitales a la hora de la creación de nuevas propuestas.

Pero entonces fue cuando comenzó lo bueno. Adolfo quería apostar más fuerte y crear sabores propios y combinados absolutamente inéditos. Ha conseguido ser tercero y segundo en los Campeonatos de España de 2010,  2012 y 2019. En 2016 logra ser Subcampeón del Mundo de Heladería con el Equipo Español (Mario Masiá, Judit Comes, Marc Piqué y Antonio Sirvent, como delegado del equipo y jurado). Ahora es el capitán de la Selección Española y aspira a todo. 

Chef del Helado, Maestro del Sabor Frío, con toda su familia, con Óscar como cómplice y su sobrino Ángel, que quiere seguir los pasos de papá y tito, son la apuesta de un futuro que no conoce límites. Ahora, la generación actual, que se completa con Zahira, Pedro, Óscar Jr y el "adolfillo" Iyán, tienen camino abierto. 

En esta dedicatoria, cuando preparan un nuevo Campeonato Mundial, echamos la vista a trás y nos acordamos de los que empezaron la estirpe: Gervasio y Catalina, abuelos paternos, María Cruz y Daniel, los maternos, creadores de una generación que nos seguirá asombrando con creaciones como las que le han llevado a sus más altos objetivos. Y lo que nos falta por admirar.

Todos estos recuerdos y realidades hacen que siempre que paso al lado de los Helados Romero, todo el tiempo perdido se convierte en recordado y, por lo tanto, presente. En el infinito de los placeres permisibles o los pecados benignos, una tarrina de helado "Vulcano" no deja de ser el resultado de aquellos cien años de soledad, aquel amanecer primigenio en la que las niñas y los niños no teníamos nombres que darles a tanta delicia diferente y teníamos que señalarlas con el dedo mientras la boca se nos hacía agua.
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