Según la tradición cristiana, habría nacido en Nicomedia, cerca del mar de Mármara hija de un Rey sátrapa de nombre Dióscoro, quien la encerró en una torre. Hay divergencias entre las versiones sobre su vida: el motivo del encierro pudo haber sido para evitar que los hombres admiraran su belleza y la sedujeran, o para evitar el proselitismo cristiano. Durante una ausencia de su padre, Bárbara se convirtió al catolicismo, y mandó construir tres ventanas en su torre, simbolizando la Santísima Trinidad. Su padre se enteró del significado del simbolismo de estas ventanas y se enfadó, queriendo matarla. Por eso, Bárbara huyó y se refugió en una peña milagrosamente abierta para ella. Atrapada pese al milagro, se enfrenta a su destino.
Su martirio fue terrible: habría sido atada a un potro, flagelada, desgarrada con rastrillos de hierro, colocada en un lecho de trozos de cerámica cortantes y quemada con hierros al fuego... Finalmente, el mismo rey Dióscoro la envió al juez, quien dictó la pena capital por decapitación. Su mismo padre es quien la decapitó en la cima de una montaña, tras lo cual un rayo lo alcanzó, dándole muerte también.
Es la patrona de las profesiones que manejan explosivos, debido a la leyenda del rayo, y especialmente de los militares que pertenecen al Arma de Artillería en la mayoría de los ejércitos, incluso en algunos países musulmanes. En las cuencas mineras se considera la protectora. También es la patrona de los electricistas. Y de las nuevas energías, claro está.
Pero en Puertollano siempre ha sido la co patrona de la ciudad y sigue siendo una presencia importante en la imaginería popular. Dice el refrán que sólo nos acordamos de santa Bárbara cuando truena. En la ciudad de la Energía nos acordamos siempre. Yo la considero también patrona del Hidrógeno.
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