Quien más, quien menos, llevamos a cuestas un poso de tristeza y preocupación. "Malos tiempos para la Lírica" cantaban Golpes Bajos en los 80, y yo que tuve la fortuna de vivir aquella "década prodigiosa" a la mejor edad y en el sitio idóneo, les aseguro que eran aquellos tiempos mejores que estos con diferencia.
Estamos de luto, en poco tiempo se nos han acumulado los duelos. Duelos no sólo por las personas queridas que la muerte nos ha arrebatado, también por los trabajos, negocios, economías, formas de vida que se nos han venido abajo, por tantas pérdidas, por todo lo arrancado de una forma u otra. Aún así somos más que afortunados porque hemos sobrevivido, estamos sobreviviendo día tras día, a pesar de los daños.
Tarea del Superviviente es tener que enterrar a sus muertos: personas, trabajos, formas de vida, relaciones etc. Y tarea del Superviviente es también seguir adelante, continuar luchando, porque para eso seguimos aquí. Es un deber y una obligación, porque no hay otro camino válido para un Superviviente, no podemos ni debemos quedarnos al borde del camino como víctimas colaterales.
En los dos últimos años el número de suicidios ha aumentado de forma vertiginosa. A gran escala poco podemos hacer nosotros los de a pié, pero en nuestro entorno, en nuestro Mundo cercano SI que podemos hacer mucho por quien está sufriendo y no tiene recursos para afrontarlo hasta el punto de ver la muerte como única salida.
Estoy invocando, claro, a la Empatía y a la Compasión. A abrir los ojos y "ver" a aquellos que más cercanos o un poco más lejanos a nosotros están atravesando ese momento. Y si abrimos los ojos con Empatía se les nota.
Porque tarea del Superviviente es también ayudar a los más heridos, a los más indefensos, a los más vulnerables, a los más agotados, a los más agobiados. No podemos dejarlos atrás, abandonarlos a su suerte.
Quien más y quien menos estamos con un poso de tristeza y preocupación, decía al principio. Y se me ocurre proponerles algo: puesto que sabemos que nuestra mente tiene un efecto de lupa, allá donde fija su atención lo agranda, vamos a dibujar en nuestra mente la palabra Aceptar o Aceptación, y traemos a nuestra mente esa palabra cada vez que podamos.
Porque Aceptar lo ocurrido es el primer paso para sanar. Lo que ya ha ocurrido no lo podemos cambiar, ha ocurrido y ya está, no debemos volver una y otra vez a pelearnos internamente por lo ocurrido. Debemos Aceptarlo y Dejarlo Ir.
Y poco a poco ir ahondando en el pensamiento de que esto no es el final, es un nuevo comienzo lo que está por llegar.
Me anticipo a los que me dirán o pensarán que es difícil lo que propongo.
Al menos prueben, cada vez que lo consigan se alegrarán, lo que se obtiene merece el esfuerzo.
Ana María Molína Fernández