Una ruta de aguas mágicas

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Ecoembes

01Agosto 2021
Una ruta de aguas mágicas
La provincia de Ciudad Real no es el páramo que dictaron algunos escritores de pocas miras y que apenas cruzaron por su extensa llanura. Antes bien, como dijo Cervantes en su Quijote, es un paraíso de fuentes, alamedas, montañas llenas de selvas y animales fabulosos, ríos y lagos que conforman una diversidad forestal, cultural y geográfica que hace de sus aguas un reclamo para el turismo y el conocimiento. Al lado de los manantiales encontramos una gastronomía verdaderamente espectacular. La dieta mediterránea de tierra adentro que nos hace disfrutar con lo mejor de la vida. La Diputación, a través del Área de Turismo, nos invita a conocer unos cuantos lugares esplendorosos.
Haciendo frontera natural pero amistosa con Albacete, los campos de Montiel y de Ruidera comienzan a sorprendernos ya desde antiguo, con las Lagunas que conforman el nacimiento del Alto Guadiana y sus tierras de labranza y cereal. Parque Natural con todo merecimiento, sus varios lagos, algunos subterráneos como la Cueva de Medrano y sus cascadas hicieron delirar a don Quijote con su Dulcinea, en la simpar bonanza de un estanque perfecto lleno de endemismos que únicamente viven allí.

Bañarse en las aguas cristalinas, con reflejos azules, turquesas y blancos, es un placer tan cercano que muchas paisanas y paisanos no conocen, es hora de empezar a descubrirlos. Además, está tan cerca Alhambra, con su inmensa atalaya medieval desde la que atisban los momentos terribles y hermosos de la Reconquista. Unos gazpachos manchegos nos vienen a pedir de boca, aunque sea en verano.

Si seguimos avanzando por el oculto curso del río desaparecido, llegamos al entorno de los Ojos del Guadiana. Han comenzado a verse y entenderse y si las lluvias nos hacen el ciclo de visitas necesario, podremos disfrutar de su magia, además de comer en Villarrubia de los Ojos, o disfrutar de sus vinos y sus fiestas.

A un paseo, como quien dice, las Tablas de Daimiel y el pueblo de las hermosas hechiceras. Este Patrimonio Mundial de la Unesco tiene reservados atisbos de aves cuyas rutas turísticas se detienen en el inmenso cañaveral y sus pescas deliciosas, que ahora respetamos para que coman los únicos dinosaurios que nos quedan. Unos dulces de las monjas daimieleñas nos pueden absolver de cualquier pecado mortal.

Desde aquí el Guadiana no acierta a comprender los llanos lusitanos y andaluces que recorrerá al final. Pero en sus aguas azules recibe las del Bullaque, que nos permitirá recorrer La Hiedra, Piedrabuena, Corral de Calatrava y alrededores. En numerosos bares, restaurantes y paradas de la zona, será posible degustar el cangrejo de río, con esa salsa que es como la evolución del pisto y la excelencia. Un poquito picante es mejor todavía.

Pero es en Ciudad Real capital y hasta Alarcos, cuando descubrimos a un Guadiana que se va haciendo señor de estas tierras. Sus aguas que reflejan el cielo se remansan en puentes maravillosos y playas hechas aposta pero que brindan el cielo en el suelo. Da gusto bañarse y refrigerar sangrías con pisto y asadillo para hacernos pecar sin sufrir.

Pero enlazando con el Geoparque de los Volcanes calatraveños podemos recorrer las muchas lagunas redondas como cráteres que salpican el Campo de los Antiguos Caballeros. Desde el Moral, pasando por Pozuelo, Caracuel, Cañada y Argamasilla, todos de Calatrava, con aguas que van de ácidas a saladas, medicinales y maravillosas, sometidas a un estiaje que, aunque seque su superficie, mantiene capas freáticas que crean paisajes únicos. Las migas de pastor, con los buenos caldos de la airén y la cencibel no tienen posibilidad de fracaso.

Enlazando los valles calatravos con los de Alcudia y la Sierra Morena, podremos ver la laguna que da nombre a Almodóvar y entronca con su pasado celta más remoto. En Puertollano, las aguas agrias de su fuente ancestral nos dirigen hacia las aguas inciertas del Montoro y su pantano magnífico, que también tiene playa y observatorios de estrellas en sus noches diáfanas. De allí surgen perdices en escabeche que vuelan directas al paladar en Brazatortas, Mestanza o los montes maravillosos de Solana del Pino, El Hoyo y Solanilla del Tamaral.

Averiguando entre estas sierras, atravesando las de Puertollano, Solana de Alcudia y Umbría de Alcudia, llegamos a Fuencaliente y sus aguas termales, que se complementan con enclaves municipales y particulares en los que el baño siempre tiene efectos terapéuticos. La proximidad andaluza nos permite empezar o terminar los menús con gazpacho y ajoblanco que parecen confirmar la existencia de la Divinidad.
Aguas de las Tablas de Daimiel
Tablas de Daimiel
Lagunas de Ruidera
Laguna Blanca (Ruidera)
Río Bullaque
Laguna volcánica de Michos
Playa del Vicario
Laguna de Caracuel
Fuente Agria de Puertollano
Aguas termales, balneario de Fuencaliente
Fuencaliente, La Batanera
Fuencaliente
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