Operado con éxito de cataratas, agradezco al Servicio de Oftalmología del Hospital Santa Bárbara de Puertollano, la excelencia y la profesionalidad. De paso, a la patrona de los enfermos de la vista, las modistas y los sastres, una venerada Lucía, santa siciliana por excelencia.
Romance a Santa Lucía de Siracusa en Puertollano Benjamín Hernández Caballero
En las cenizas del Etna
diez generales romanos
enterraban a los mártires
del cementerio cristiano.
Y bajo la piedra pómez,
Maximiano y Diocleciano
abdicaban de su furia
como absurdos hortelanos.
Lucía de Siracusa,
acosada por Pascasio,
alimentaba a los pobres
y acogía a los refugiados.
Le impusieron sacrificios
a mil ídolos paganos.
La arrastraron por las calles
de Pompeya y Herculano.
La joven les ignoró
con el lujo de sus párpados.
El gobernador inmundo,
maligno y desesperado,
mandó ejecutar sentencias
y ensangrentar el Senado.
Lucía miraba al cielo
con sus ojos arrancados.
Las pupilas dilatadas,
volcadas en cualquier plato,
estaban fijas y quietas
en el Espíritu Santo.
En todas las catacumbas
los huesos atormentados
gritaban sus exorcismos
benditos y solidarios.
Y cuando todos los ciegos,
de repente, se curaron,
los ángeles regalaban
colirios inesperados
y un suspiro de Lucía
bendijo a los cirujanos.
Agradecido por la intercesión de Santa Lucía, benefactora de los ojos. Para que veamos, sobre todo, cosas buenas. Ante la Virgen de Gracia y su Hijo, nuestro Señor Glorioso. Dedicado a la Parroquia y al Servicio de Oftalmología del Área de Salud de Puertollano.
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