Filomena, a mi pesar

síguenos en redes:
Puertollano Magazine

Ecoembes

02Marzo 2023
Filomena, a mi pesar
Aunque se llama "Juliette", vamos a llamarla Julieta, en honor al castellano y al inmortal Shakespeare, este febrero ha traído un frío negro que aquí vivimos con especial dureza hace justo 40 años: la gran nevada.
En 1983 algunos hacíamos teatro solidario con el Grupo del Dámaso Alonso y, generalmente, se representaba todo en el Colegio San José de Las Teresianas de Puertollano. Aunque no estoy seguro, creo que hacíamos "Hacéldama" de Amador Sánchez - Paulete Fernández - Montes. Él era sacerdote en la parroquia homónima de las 300 y profesor de Religión en el Instituto antedicho. La obra era muy hermosa y la gente se emocionó, se rió y colaboró llenando el escenario teresiano.

Era el día 12 de febrero del 83. Evidentemente, teníamos entre 16 y 18 años y nos fuimos al Impala y al TNT para bailar y celebrar la propina que las religiosas y profesoras nos dieron como regalo. No queríamos aceptarlo, porque Don Francisco Barrios Vizuete, nuestro director era más valiente que nadie. Pero a nosotros, que no teníamos un perro, nos vino bien.

De camino a la mítica discoteca, comenzó a nevar. Lo cierto es que nunca cuajaba y no nos queríamos hacer ilusiones. Pero al regresar a casa, después de la fiesta, había una cuarta de nieve con temperaturas bajo cero. Siguió nevando copiosamente durante más de 24 horas. Las heladas conservaron los más de 60 cm de nieve durante dos semanas.

Se cerraron los colegios, hubo lesiones e incluso muertes por caídas y mi padre y mi hermano se quedaron atrapados en una casita de campo de Solana del Pino. Aguantaron tres días hasta que se vieron obligados, junto con los compañeros, a bajar desde el Peñón Amarillo hasta la villa. Había alturas superiores al metro de nieve acumulado.

Los niños y jóvenes, sobre todo, nos lo pasamos bomba. Recuerdo que subimos al cerro de Santa Ana hasta la Chimenea Cuadrá con mi perra y regresamos con las katiuscas hechas un bloque de hielo. Nos descongelamos en las estufas y hogares de la época y así disfrutamos de algo inusual en nuestra hermosa comarca.

Lo más hermoso que retengo en la memoria es ver a las niñas y los niños divirtiéndose y el garbo de mi adorada y añorada hermana Mila caminando con tacones sobre el pavimento helado. Yo me caí innumerables veces.

Cuando terminó el episodio, los olivos de media España se habían perdido y necesitaron cinco años para comenzar a recuperarse. Se murieron casi todas mis plantas y comenzó mi rencor a la nieve que perdura todavía... y lo que queda.

Al vivir la Filomena de 2021, en la Ciudad con el Corazón de Hierro sentimos que no era ni una cuarta parte de aquella a la que todavía no le ponían nombre. Solo su coincidencia con la pandemia de la Covid 19 empeoró uno de estos últimos años tan difíciles.

Ahora, este frío que nos condena al resfriado perpetuo nos recuerda que la primavera meteorológica, aunque los meteorólogos la empiecen el 1 de marzo, no llegará hasta que el Sol Invicto amanezca entre los cuernos retorcidos de Aries, entre el 20 y el 21 del mes de Marte, dios de la Guerra a la que tanta gente sigue rezando tan cruelmente en muchas partes del planeta más hermoso del Universo conocido. 

A nuestro pesar, hay muchas Filomenas que nada tienen que ver con los ruiseñores que comienzan a cantar en los valles y sierras de Alcudia, ansiosos de verde intenso y ovejas que balan de alegría sin tener que ser soñadas por ningún replicante.

Foto: Portus Planus
Comparte esta publicación


 
Política de Cookies
Utilizamos cookies propias para el correcto funcionamiento del sitio web, y de terceros para realizar el análisis de la navegación de los usuarios. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso. Puedes cambiar la configuración u obtener más información aquí. Aceptar