Polis en Fase III

Lo que más recordamos al referirnos a nuestra actualidad, es la sinceridad con la que nos han saludado los de siempre. No recuerdo los peores momentos de mi vida sin ver a un uniforme de la Benemérita o los Maderos haciéndome el favor de mi vida. Siempre me han ayudado a seguir adelante al margen de los avatares de la existencia.

Mientras recibo parabienes y mensajes de vecinas y vecinos agradecidas y entusiasmados, saco a relucir que hemos perdido un terminal celular, o sea, un teléfono móvil, y que ha sido devuelto por una pareja de policías nacionales cuyo físico podría haber competido con cualquier concurso de belleza masculina que se precie.

Tan amables y tan hermosos que no se pueden ni retratar en un cuaderno o disciplina virtual que se precie. Como quiera que muchas personas dudasen de la afiliación a un supermercado cualquefuese, ahora tengo que darles las gracias en nombre de la madre que me parió y en medio de lo que quiera señalar la vida. Gracias, insisto, por ser tan eficaces, por haber felicitado a quienes cumplían años o tenían que avanzar en la historia. Hasta ahora, jamás había recuperado un celular cualquiera. Ahora no sólo tengo que agradecer la humanidad de quien lo entregase sin pensar en lo que valía ese terminal, sino en la pareja del Cuerpo Nacional de Policía, bello hasta lo inenarrable, que consintió el llegar hasta mi casa para hacerme ver lo de siempre: Hay personas estupendas y cuerpos o fuerzas o seguridades del Estado que están incluso mejores.